Todos saben que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene una fecha límite: 10 de diciembre de 2015. En el alto empresariado, ya tienen la certeza de quien será el que ocupe el sillón de Rivadavia. Claro, es la misma certeza que se tiene cuando se ha hecho la prospección sísmica y sólo resta el veredicto del trépano.
Pero de lo que no existe ninguna certeza de si el poder y las ideas dominantes en los estamentos inferiores que deja como herencia el Poder Ejecutivo continuarán influyendo en las decisiones gubernamentales; ésta es una cuestión que afecta el sueño de más de un opositor.
El sector hidrocarburífero espera tarifas que permitan el aumento de la producción y de las inversiones, mientras que todos los economistas –incluyendo los pro oficialistas- diseñan planes y estrategias que permitan salir de la trampa de los subsidios que afectan tan gravemente al fisco.
La reducción de subsidios parece ser la principal tarea en materia energética y fiscal. La cuestión es cómo se logran tarifas que cumplan con el objetivo de aumentar la producción pero que permitan continuar con el beneficio de la inclusión. Conjugar estos objetivos no es tarea fácil e instrumentarlos conllevará -sin lugar a dudas- un fuerte costo político.
Si los símbolos son importantes para la política, algunos son de por sí elocuentes. Esta foto es del martes 19 en el tradicional almuerzo en el Club del Petróleo y permite deducir que las conversaciones sobre el futuro de la política energética ya han comenzado.
