ELECTRICIDAD

La carne es débil (también en Japón)

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La reactivación del desarrollo de la energía nuclear divide a los nipones

El Gobierno nipón se ha propuesto que la energía atómica genere hasta el 22% del total, pese a la oposición social por miedo a otro Fukushima

Japón es el único país que ha sufrido la bomba atómica –en Hiroshima y Nagasaki hace siete décadas. Una encuesta reciente afirma que la mayoría de la población no sabe que quienes la arrojaron fueron los Estados Unidos, aún así, el avance nuclear en Japón no parece detenerse.

El accidente de Fukushima -sin consecuencias fatales hasta el momento- es el peor accidente en una central nuclear desde el de Chernóbil en 1986. A pesar de tan trágico pasado, el archipiélago nipón ha sido una de las naciones más proclives a la energía atómica, como prueban los 54 reactores que suman sus 17 plantas nucleares.

Pero la carne es débil y el bolsillo también, por lo que tras el "shut down" atómico, Japón se ha visto obligado a aumentar sus importaciones de hidrocarburos y carbón para paliar la suspensión de las centrales nucleares y su déficit comercial ha subido hasta 13,8 billones de yenes (100.500 millones de euros) durante 2013-2014. Japón es el segundo importador mundial de carbón, el primer importador munidial de LNG y el tercer consumidor munidial de petróleo, según la EIA.

Descontando los seis de la central de Fukushima 1, donde se fundieron tres de ellos y los otros tres quedaron inutilizados por el tsunami que devastó la costa nororiental en marzo de 2011, quedan 48 que han permanecido detenidos desde entonces para revisar su seguridad. Cinco de ellos serán desmantelados por haber superado los cuarenta años de vida, pero el resto aguarda su momento para ser encendidos y otros tres están siendo construidos.

Repartidos en 15 centrales, 25 de esos 43 reactores ya han solicitado su reconexión a la Autoridad Regulatoria Nuclear que estableció en julio de 2013, normas de seguridad mucho más estrictas.

Tras superarlas en septiembre del año pasado, el reactor número 1 de la central de Sendai, al suroeste de Japón en la isla de Kyushu, fue el primero en entrar en marcha el pasado día 10. Para octubre, la empresa eléctrica que gestiona la planta tiene previsto poner en marcha el segundo reactor.

Aunque el anterior Gobierno, de perfil socialdemócrata había anunciado el fin de la energía atómica en Japón luego de Fukushima, el actual Ejecutivo conservador se ha propuesto volver a la genercaión nuclear. Desde que los reactoresfueron desactivads, Japón se ha visto obligado a aumentar sus importaciones de petróleo y gas natural licuado, el 90 por ciento de la energía que consume es importada. Como consecuencia, se ha disparado su déficit comercial y desde 2010 el costo energético ha disparado los costos industraiales en un 38,2 por ciento y un 25,2 por ciento en el residencial.
«Para Japón, es casi imposible mantener el mismo nivel de vida y su crecimiento sin energía nuclear», reconoce Yoshifumi

Fukunaga, subdirector de la Oficina de Demanda y Oferta de la Agencia para los Recursos Naturales y la Energía, que depende del Ministerio de Economía, Comercio e Industria.

Energía nuclear frente a energía renovable

Para 2030, el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe se ha fijado como objetivo que la energía nuclear aporte entre el 20 y el 22 por ciento de la electricidad generada, una proporción similar a la de las renovables (22-24 por ciento). De ellas, la más usada será la energía hidroeléctrica (8,8-9,2 por ciento), seguida de la solar (7 por ciento), la biomasa (3,7-4,6 por ciento) y la eólica (1,7 por ciento). Frente a las energías renovables, el gas natural licuado representará el 27 por ciento, el carbón el 26 y el petróleo el 3.

Además, Japón ha prometido que ese año reducirá un 26 por ciento sus gases de efecto invernadero con respecto a sus emisiones de 2013. Con tal horizonte en el calendario, necesita volver a poner en marcha sus centrales nucleares y asegurarse una autosuficiencia energética del 25 por ciento.

Con las políticas de ahorro de energía iniciadas tras la crisis de Fukushima, Japón ha reducido su consumo entre un 10 y un 20 por ciento y, además, tiene previsto seguir recortando su aumento hasta un 17 por ciento en 2020.
A pesar de estas promesas, el regreso a la energía nuclear se encuentra con una creciente oposición que divide a la sociedad nipona, como se vio en la reciente reapertura de la central de Sendai. «A corto plazo, tiene sentido encender unos cuantos reactores pero, contando el riesgo, el almacenamiento de residuos y el desmantelamiento de las centrales, la energía nuclear es mucho más cara», critica James B. Cole, profesor de la Universidad de Tsukuba. Cuatro años después de Fukushima, el debate nuclear sigue abierto.

Enganchados a la energía nuclear

Japón tiene 17 centrales nucleares con 54 reactores y se están construyendo tres más. Pero hay que descontar los seis de la planta de Fukushima 1, inutilizados por el tsunami de 2011, y otros cinco que serán desmantelados por tener más de 40 años. Desde el pasado día 10, solo está funcionando un reactor de la central de Sendai, en la isla de Kyushu, que encenderá su segunda unidad en octubre.

Tras el establecimiento de unas normas de seguridad más estrictas para impedir otro accidente como el de Fukushima, 25 reactores de 15 centrales han solicitado su puesta en marcha a la Autoridad Regulatoria Nuclear.

Hasta 2011, la energía nuclear generaba un tercio de la electricidad de Japón. En 2030, será entre el 20 y el 22 por ciento. Casi el 90 por ciento de la energía que consume ahora Japón depende de combustibles fósiles importados como gas natural licuado (43,2 por ciento), carbón (30,3 por ciento) y petróleo (13,7 por ciento).

Las energías renovables, que ahora generan el 10 por ciento de la electricidad, aportarán entre el 22 y el 22 por ciento en 2030. Destacarán la energía hidroeléctrica (8,8-9,2 por ciento) y la solar (7 por ciento).


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