Opinión

Argentina se une a la transición energética global

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El avance tecnológico es un concepto relativamente popular aunque en general se podría decir que su uso más común refiere a lo digital, la genética, la medicina nuclear o la tecnología aeroespacial. Smartphones, redes sociales, videojuegos, big data, el genoma humano, los alimentos transgénicos, son términos que naturalmente se asocian al avance tecnológico.

Por Mauro G. Soares (*)

El público en general rara vez asocia a la energía con la tecnología y esto se debe a que la forma en que se consume la energía no ha variado demasiado a lo largo del tiempo. No todavía.

Redes inteligentes, sistemas de control de la demanda, electrodomésticos conectados a internet que deciden en qué momento funcionar en base al precio de la energía, generación solar y baterías de almacenamiento integradas a las viviendas, autos eléctricos, autos autónomos, trenes y ómnibus eléctricos, parques eólicos de última generación, son todos elementos tecnológicos que están cambiando el sector energético.

La Transición Energética Global

Notablemente, la industria de la energía también está inmersa en un cambio tecnológico que está definiendo un nuevo paradigma, y esto está sucediendo en forma acelerada y mucho más rápidamente de lo esperado por la mayor parte de los actores del mercado. El sector energético está pasando de ser un sector extractivo basado en recursos naturales relativamente finitos a ser un sector cada vez más tecnológico y basado en la producción industrial altamente eficiente de hardware y software energéticos que aprovecha recursos más ubicuos como el viento, el sol o el ahorro en el consumo. El foco del sector está pasando a ser la integración de los sistemas, la eficiencia y el control de la demanda como un factor más de oferta y optimización. La propia dinámica competitiva de algunos mercados más la necesidad de atender al cambio climático y las bondades del uso de la energía eléctrica en numerosas aplicaciones (incluyendo en forma creciente el transporte) son los principales motores de este cambio estructural. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés), la inversión global anual en energías renovables, eficiencia energética y redes de transmisión eléctrica ha superado en los últimos años a la inversión en gas, petróleo y carbón.

Quizá los dos ejemplos más relevantes del avance tecnológico aplicado a la energía son la explotación de recursos hidrocarburíferos no convencionales y la generación eólica y solar fotovoltaica.

El shale gas comenzó a ser una alternativa comercialmente viable en los Estados Unidos hace no mucho más de 10 años. Fue la respuesta a una situación de crisis de abastecimiento que, con los incentivos regulatorios y de mercado correctos, impulsó la innovación y cambió completamente el mercado de gas natural en primera instancia y luego el de petróleo, en ambos casos con impacto global. La aplicación de nuevas tecnologías y prácticas operativas, nuevos modelos de negocios, escala y eficiencia industriales han permitido reconfigurar por completo la dinámica del mercado de gas en América del Norte. Terminales de regasificación de gas natural licuado importado que habían sido construidas hasta finales de la década del 2000 debieron ser cerradas o reconvertidas en plantas de licuefacción para exportar. En el camino Estados Unidos redujo significativamente sus emisiones de CO2 al sustituir carbón por gas natural.

El caso del aprovechamiento de la energía eólica y solar fotovoltaica para la generación de energía eléctrica es diferente en sus inicios y motivaciones pero similar en cuanto al impacto sobre los mercados y la dinámica de inversión.

Estas tecnologías fueron inicialmente impulsadas por países centrales con el objetivo de atender a la problemática del cambio climático, la seguridad de abastecimiento y la creación de empleo y tecnología locales. Los países europeos liderados por Alemania, España y el Reino Unido, y luego China y los Estados Unidos establecieron los primeros esquemas de promoción que permitieron a la energía eólica y solar ganar una escala muy significativa en muy corto plazo. Hoy en día más de 170 países cuentan con algún tipo de promoción o meta de incorporación de energías renovables. Algunos países ya tienen planes para llegar a consumir 100% de su energía de fuentes renovables sin emisiones de CO2. Alemania ha bautizado su plan a 2050 como la Energiewende, la “transición energética”. El plan combina energías renovables, eficiencia energética, redes de transmisión, almacenamiento y software de integración inteligente. Y ya está en marcha.

En el año 2006 la suma de energía solar y eólica suministraba apenas el 0,5% de la energía eléctrica a nivel global. Apenas 10 años después en 2016 esa cifra es casi 5% y ambas tecnologías siguen creciendo fuertemente a tasas de doble dígito.

La capacidad instalada global de energía eólica y solar alcanzará a finales de 2016 los 790 GW (24 veces el tamaño del parque generador de Argentina), habiendo incorporado 130 GW tan sólo en el último año. Según datos recientes de la IEA, 60% de las inversiones en instalaciones de nueva potencia de generación a nivel global son renovables, principalmente eólicas o solares. Varios países cubren más del 30% de su demanda eléctrica con fuentes renovables y en algunos días han alcanzado 100% de cobertura (Portugal, Alemania, Dinamarca, Uruguay). Un aerogenerador promedio instalado en 2016 produce el doble de energía que uno típico instalado en 2006 (ver Figura 1).

El precio por MWh generado con energía eólica es hoy en día 50% más bajo que en 2009. El costo de un panel solar es hoy 90% más bajo que en 2009. El sector de energías renovables invierte 330 mil millones de dólares anuales y emplea más de 8 millones de personas en el mundo. Notable.

La Transición Energética para Argentina

Afortunadamente, hacia finales de 2015 Argentina comenzó su transición energética a partir de dos hitos importantes: la sanción de la ley nacional número 27.191 de promoción de las energías renovables y el compromiso de reducción de emisiones asumido en la COP 21 de París.

Si bien las condiciones naturales para el aprovechamiento de fuentes renovables como el viento, el sol, la hidroelectricidad, la biomasa, marina y hasta la geotermia para generación eléctrica son excepcionales en todo el territorio nacional, Argentina cuenta actualmente con 700 MW de generación renovable que representan el 2% de la capacidad instalada del país y aportan en promedio el 1.8% de la demanda anual de energía eléctrica.

La ley 27.191 establece una meta de 20% al año 2025 con escalones intermedios (Figura 3). El Poder Ejecutivo Nacional considera a las energías renovables como una pieza fundamental de la estructura energética del país. Un sector con potencial de crecimiento y de creación de empleo, modernizador del país y atractivo para la inversión local y extranjera. En tal sentido ha reglamentado inmediatamente la ley 27.191 mediante los decretos 531/2016 y 882/2016 con el objetivo de comenzar la implementación de medidas concretas para incorporar nueva generación de fuente renovable a la red en cumplimiento de las metas legales vigentes.

La reglamentación de la ley 27.191 facilita la inversión privada a largo plazo y crea tres mercados para la contractualización de generación renovable de potencia en el país, a saber, las compras conjuntas impulsadas por el Estado Nacional, el mercado privado de grandes usuarios y la autogeneración renovable.
Alcanzar la meta final de 20% de integración de energías renovables en el año 2025 equivale a instalar 10 GW de nueva capacidad en el sistema argentino. A costos actuales implicaría inversiones del orden de los 12 a 15 mil millones de dólares.

Como primer paso concreto, el Ministerio de Energía y Minería lanzó en mayo de 2016 el Programa RenovAr para la contratación a largo plazo de energía eléctrica de fuente renovable. En esta oportunidad la compra de la electricidad se realiza a través de la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista S.A. (CAMMESA) quien actúa en este caso en representación de los agentes distribuidores y grandes usuarios del mercado mayorista. A consecuencia del nuevo esquema regulatorio y contractual que se diseñó e implementó, ambas rondas fueron muy competitivas recibiendo ofertas por 6 veces la cantidad de potencia requerida originalmente. En la Ronda 1 de RenovAr se presentaron 123 proyectos por 6.3 GW de 5 tecnologías ubicados en 20 provincias.

Ante el extraordinario resultado de la Ronda 1 se decidió permitir a los proyectos que no habían resultado adjudicados la oportunidad de presentar una nueva oferta económica bajo la denominada Ronda 1.5 que se llevó a cabo durante el mes de octubre de 2016. Como resultado del proceso, originalmente diseñado para contratar 1000 MW en una ronda, se adjudicaron 1142 MW en 29 proyectos (12 eólicos, 4 solares FV, 5 pequeños aprovechamientos hidroeléctricos menos a 50 MW, 6 centrales de biogás y 2 de biomasa) en la Ronda 1 y 1282 MW en 30 proyectos (10 eólicos y 20 solares FV) en la denominada Ronda 1.5. Los precios adjudicados resultaron ser muy atractivos, con un promedio ponderado de 57 US$/MWh para el conjunto de proyectos adjudicados. Es notable también que la reglamentación contempló importantes incentivos a la integración de componentes y equipamiento electromecánico locales. En promedio la integración será del 14%, equivalente a un valor de casi 400 millones de dólares.

Los proyectos adjudicados en RenovAr, sumados a otros proyectos prexistentes que se están haciendo viables en el nuevo marco normativo, estarán operativos entre 2018 y 2019. Se estima que en ese momento la energía aportada por estas nuevas centrales de generación permitirá superar el 9% de la demanda eléctrica proyectada. Este valor puede ser inclusive superior ante el potencial desarrollo de proyectos adicionales en el marco del mercado privado y de autogeneración de grandes usuarios, más eventualmente el aporte de instalaciones distribuidas y off-grid.

A partir de estos primeros pasos realizados este año se pone en marcha un sector de alto dinamismo y competitividad que como hemos mencionado anteriormente tiene ya una escala mundial muy relevante.

Basado solamente en el cumplimiento de la ley 27.191 el mercado argentino debería incorporar al menos 1000 MW de nueva potencia anualmente durante la próxima década. La competitividad económica y el dinamismo del sector parecen indicar que este objetivo podría inclusive superarse siempre que se mantengan las condiciones de inversión apropiadas y el sistema cuente con la infraestructura de transmisión necesaria.

Los desafíos hacia adelante

Según la IEA para lograr estabilizar las emisiones globales y evitar un aumento de la temperatura promedio de más de 2 °C el sistema eléctrico mundial debería funcionar al menos 60% con renovables e hidroeléctricas en el año 2040. Muchas proyecciones a 2040 ya incorporan renovables en más de 40% considerando que son competitivas sin subsidios y con precios que continúan bajando por escala, eficiencia en la producción y avance en la tecnología. Y la realidad está superando los pronósticos año a año en lo que respecta a energías limpias. El costo de la energía solar ha caído 25% cada año desde 1976. También notable.

El desafío no parece estar en la tecnología de generación ni en la ejecución de las instalaciones o el financiamiento sino en la integración y el diseño de políticas regulatorias en cada país. Y el nuestro no es ajeno a esta problemática.
El marco regulatorio energético argentino ya está comenzando a mostrar los primeros cambios en este sentido. Políticas explícitas de eficiencia, renovables, licitaciones para nuevas fuentes de generación, ajustes al valor de la energía son primeros pasos en la dirección correcta.

Sin embargo, queda mucho camino por recorrer en el que se deberán repensar desde los esquemas tarifarios eléctricos para incentivar la eficiencia, la integración de renovables y el control de respuesta de la demanda, hasta las normas de tránsito para permitir nuevas modalidades de transporte sustentable.

Se deberán diseñar nuevos mecanismos regulatorios para incentivar la inversión en transmisión y distribución de energía eléctrica, la integración de sistemas, el almacenamiento de energía renovable variable, la carga de autos eléctricos. Se deberá habilitar la implementación de nuevos modelos de negocio para el sector que ya se están probando exitosos en otras jurisdicciones tales como las usinas virtuales, las ESCOs, los contratos de abastecimiento de energía a nivel residencial, o el car sharing.

El potencial es otra vez enorme y está disponible ante nosotros. La responsabilidad de generar un sistema energético más moderno, eficiente, sustentable y equitativo es nada más que nuestra, de los argentinos. Ya estamos marchando. No nos detengamos.

* El autor es Director Nacional de Energías Renovables en el Ministerio de Energía y Minería de la Nación. Es Licenciado en Economía por la Universidad del Salvador y Master of Science in Management por la Universidad de Stanford. Fue el fundador y responsable del Comité Eólico de la Cámara Argentina de Energías Renovables. Se desempeñó en numerosas funciones en el sector privado en temas de energías renovables, gas natural y petróleo. Es miembro del Foro Global de Líderes Sustentables de la Fundación BMW y docente en la Universidad Tecnológica Nacional.


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